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NeurologÍa:

EL DÉFICIT DE LA ATENCIÓN.

 El déficit de la atención tanto en niños como en adultos, es el trastorno que se ha diagnosticado con más frecuencia en los últimos 30 años. Sin embargo ya se conocía en el siglo XVII. Por aquel entonces, John Locke conociendo las necesidades de los niños afectados, buscaba "algo que impidiera esa continua divagación de los pensamientos. Es uno de los trastornos que más ha cambiado de nombre en el presente siglo. Inicialmente fue denominado defecto del control moral y posteriormente secuela orgánica, daño cerebral mínimo, disfunción cerebral mínima, síndrome hiperkinético de la infancia, etc. Y recientemente se le conoce como Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad.

 Se han postulado una serie de mecanismos que podrían originarlo, sin conclusiones satisfactorias. Las últimas décadas se han caracterizado por la introducción de técnicas computarizadas con la finalidad de explorar el cerebro, territorio del organismo humano que posee vastas extensiones inexploradas. Investigaciones sobre fisiología del cerebro realizadas con equipos modernos han promovido la emergencia de nuevas teorías sobre el déficit de la atención. Hay evidencias de que podría tratarse de una alteración de los lóbulos frontales del cerebro, los cuales ejercen una función integradora muy relacionada con la atención. También estaría relacionada la Sustancia Reticular que se ubica en el tronco cerebral, siendo su principal función la de activar o inhibir la alerta y la atención global. Hallazgos de los últimas años muestran una íntima relación entre la Sustancia Reticular y el Sistema Límbico llamado también cerebro emocional, que además de tener una íntima conexión con lo afectivo (rabia, agresión, placer, etc.) también está ligado a mecanismos de la memoria. Lesiones en éste sistema producen trastornos de memoria severos en lo que se refiere a la incapacidad de retener recuerdos recientes. De allí la íntima unión existente entre los "mecanismos de memoria, emocionales y de la atención" loa que de algún modo comparten sistemas neurofisiológicos comunes.

 Actualmente el sistema educacional más exigente y competitivo, hace más notorios los déficits maduracionales de los niños, muy en especial las dificultades de atención y concentración. Es más frecuente en varones y afectaría según algunos estudios entre el 5 al 15% de la población escolar. Es un dolor de cabeza tanto para los padres como para los profesores. Los niños que lo padecen muestran problemas tanto en su casa como en la sala de clases.

 Con frecuencia los padres describen retrospectivamente a sus hijos cuando eran pequeños como muy activos, distraídos, no completan sus tareas, no pueden jugar solos, con gran impredicibilidad en sus actos, al no considerar los riesgos se exponen al peligro (alrededor de uno de cada tres accidentes se producen en niños hiperactivos), corren en vez de caminar, los juguetes no les duran porque los rompen con gran frecuencia, golpean a otros niños sin ser provocados, son frecuentes los trastornos del sueño, de alimentación, nerviosismo, irritabilidad, llanto continuo, todo lo cual va ha provocar una mala relación con sus padres y hermanos (se ha descrito una asociación entre tales manifestaciones conductuales y un mayor riesgo de maltrato infantil). Si bien la mayor parte de los niños pequeños "normales" tienen un alto nivel de actividad, lo que caracteriza a estos niños es la asociación de una actividad excesiva, sin objetivo con una conducta altamente perturbadora.

 En la etapa escolar por su poca capacidad de reflexión responden antes que se les termine de preguntar, les cuesta esperar su turno (siempre quieren ser los primeros) no resiste n la distracción, no se concentran (son los eternos soñadores o los que siempre "paran en la luna") aunque pueden pasar muchas horas en el nintendo o la computadora. Son desorganizados, tienen dificultad en la resolución de problemas, tareas escolares mal hechas e incompletas, con errores frecuentes y poco prolijas. No miden las consecuencias de sus actos, se exponen al peligro (trepan árboles, muros), toman las pertenencias de sus compañeros sin pedir permiso. La hiperactividad se manifiesta en todas las situaciones (estructuradas o libres como en el recreo) e incluso al dormir. Esta actividad sin objetivo claro perturba a padres, profesores y compañeros por lo que con frecuencia en esta etapa recién solicitan ayuda profesional. Debido a su comportamiento, estos niños tienen pocas amistades y su impopularidad los lleva al aislamiento social. Adicionalmente se observa bajo rendimiento escolar que es consecuencia de la sintomatología expuesta, baja autoestima como resultado de la falta de experiencias placenteras, de muestras de cariño y de éxito, y otros trastornos asociados como dificultades específicas del aprendizaje, trastornos de conducta, desorden oposicionista desafiante, trastornos depresivos, etc.

 Clásicamente se pensaba que estos síntomas se superaban con la edad, sin embargo los estudios efectuados a largo plazo demuestran todo lo contrario. En la adolescencia si bien hay una disminución de la actividad motora gruesa, manifiestan su inquietud con movimientos de músculos pequeños y grandes (mueven dedos, manos y piernas, cambian de posición constantemente en la silla), no pueden mantenerse tranquilos ni saben esperar, tienen falta de motivación pues no intentan superar sus dificultades, son catalogados como "inmaduros" para su edad y estos adolescentes frente a un mundo que no los entiende, pueden responder con abuso del alcohol, drogas, problemas sociales, etc. Un 35 a 40% de estos niños ya adultos, persisten con hiperactividad, buscan trabajos que requieran gran actividad física y muestran dificultades en tareas que necesiten tranquilidad y concentración (como leer un libro). En el ámbito social se caracterizan por cambios bruscos de trabajo, de residencia, peleas o discusiones frecuentes con jefes y compañeros y en el ámbito cognitivo presentan un estilo de vida desorganizado y dificultad en la resolución de problemas. Muchos de los adultos que se "curaron", subjetivamente presentan sentimientos crónicos de fracaso por lo que tienen temor a enfrentarse a nuevas situaciones o aceptar cambios.

 Uno de los grandes problemas a loa que se enfrenta el especialista cuando trata estos pacientes es el convencer a los padres que ellos también deben ser incluidos en el tratamiento. Con mucha frecuencia en estos hogares se observan inadecuadas reglas de disciplina, mucha flexibilidad en cuanto a la fijación de límites, discusiones y desautorizaciones frecuentes entre los padres. Generalmente los padres cuando consultan, desean que se les proporcionen un medicamento que les soluciones el problema del cual ellos probablemente tengan alguna culpa. Por ello para que sea exitoso, el tratamiento de estos niños SIEMPRE debe ser multisistémico y debe estar dirigido a:

 La familia: Hacerles comprender el cuadro clínico del niño y borrar las culpas y emociones negativas en relación al "rol de padres"; ayudar a los padres a aprender métodos para controlar al hijo; crear en la familia un equipo capaz de definir los límites y aplicar correctamente la disciplina; apoyar a la familia para que ésta se sienta competente en el autocontrol y control del hijo (a).

  1. La escuela: Prevenir situaciones adversas hacia el niño (evitar tildarlo de flojo, irresponsable, inmaduro, etc.); darle responsabilidades o tareas de colaboración para elevar su autoestima, crear un ambiente de estudio sin elementos distractivos, felicitarlo si responde bien y negarle privilegios si no lo hace, etc.
  2. Uso de medicamentos psicotrópicos que puedan mejorar o incrementar la capacidad de atención, concentración y memoria que prescritos por un especialista en dosis adecuadas y bien controladas, no producen ningún efecto adverso.

 La autoestima personal, es un don que se adquiere día a día, mes a mes, año tras año, a través del sabor dulce de los triunfos y de la capacidad de obtener la mejor enseñanza de las derrotas. Estos niños con déficit de la atención maltratados física y moralmente por padres, profesores y compañeros, por un problema del que no tienten ninguna culpa y que con un diagnóstico y tratamiento adecuado puede dárseles la oportunidad de llevar una vida "normal".

 Ante los ojos de un niño, el mundo parece maravilloso. Pero también puede ser caótico e incomprensible. Así se les presenta a los niños con déficit de la atención. Fallas en sus conexiones cerebrales les impiden concentrarse bien. Son los típicos "Niños Problema", los "Cerebritos Nerviosos" o los también llamados "Desdichados

 

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